viernes, 18 de enero de 2008

La verdad del Príncipe Azul



Digan lo que digan, todas las mujeres, todas, hemos sido criadas con la imagen del "Principe Azul" como meta. Cual más cual menos, todas vimos cómo el Príncipe Felipe cruzaba las zarzas encantadas para besar a la bella Aurora, o cómo el otro Príncipe (del que no recuerdo el nombre), calzaba el zapatito de cristal en la Cenicienta.
Así no más, él venía en un blanco corcel y se enamoraba de sólo mirarla, daba igual si estaba dormida y roncando, o si vestía "vintage". Al final se casaban, y como decía el cuento "vivían felices para siempre". Pues bien, aquí está la verdad del Príncipe azul.
El hombrecito este, tenía varios problemas que nunca nos contaron. Para empezar era azul por el exceso de cigarrillo que no sólo le dejaba un aliento de los mil demonios, sino que además le otorgaba ese colorcito cianótico. De tanto cabalgar tenía hemorroides, y nunca se le vió en ninguna película o cuento sentado, como mucho arrodillado, debido a este incomodo problema proctal. Como era hijo único del Rey, el tipo era un mimado, flojo, y misógino. Esto es atribuible a que tampoco en ninguna aparición se ve su madre, sólo el padre, por lo que podemos entender que al Rey la señora lo dejó tirado con crío y todo, a pesar de las riquezas del reino...cómo habrá sido el Rey. El pobre Príncipe, vagaba solo por su palacio y alrededores (siempre sobre su corcel, aunque algunos lo vieron "tras" su corcel, versión no confirmada), día y noche sin mayores pasatiempos. En defnitiva, se comentaba en el reino que el Príncipe no sólo era zoofílico, misósino, cianótico y narcicista, sino que era también esquizofrénico, ya que oía voces en el bosque, y terminaba conversando con las ardillas y los venados.
Este hombre, que la historia "alternativa" ha pintado como ideal, no tiene nada de ideal. Nunca vivió feliz con nadie, las chicas lo dejaron solo, y al menos la Cenicienta, se fue con uno de los Pajes de palacio (escribí Pajes....). Pero a nosotras nada de esto nos dijeron, y nos hemos pasado la vida entera esperando a que un hobrecito de carne y hueso le de la talla al mentado señor azul.
Olvídenlo para siempre, no sirve.
Necesitamos hombres proactivos, intelegentes y creativos, que no nos aburran y que siempre sigan adelante.
Los buenos hombres, son buenos compañeros en todas, son astutos, guías, mentores, amantes ante todo...esos sí sirven, los otros pueden ser guapos, pero siempre tendrán un lado "azul".


Leonor
A mis amigas que todavía esperan al Príncipe Azul